Vos, sintiendo todas las experiencias físicas, hormonales, endocrinales, espirituales, mentales, acaparando todo tu medio con tus antenas de vida, uniendote a un sin fin de posibilidades futuras, acrecentando tus percepciones, tus fobias, miedos, angustias, recuerdos, sueños, deseos y ansias, respirás oxígeno de una atmosfera como, él, como ella. Y debajo del aire estamos, en el espacio mismo, girando alrededor de una estrella pequeña. Y esta estrella, el Sol, separada de las otras por miles de años luz, insiste en su propagado helio e hidrógeno y en favorecernos la existencia. Este Dios astral, centro de fuerza, centro de atracción, punto en el espacio indiscutiblemente necesario proyecta su energía, así como la fuerza del ser humano no cesa en sus potenciales. Y en el abismal misterio de la vida ahí estás vos, él, ella, nosotros, vosotros y ellos. Roles, miles y millones de roles existen en la trama de todos los seres sociales, pero existimos abiertos al cambio, a la fascinación del amor, al encuentro del proximo nacimiento y la anterior muerte.
Haremos revolución, nos fusionaremos sin límites, haremos de lo distinto lo más preciado, construiremos nuevos refugios, pero cada ser tiene su destino, sus proyecciones y sólo se conseguirá la paz cuando la deseemos con la mente.

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